En las últimas décadas, hemos sido testigos de un aumento significativo en la prevalencia de las alergias respiratorias en los países occidentales. A menudo pasadas por alto, se han convertido en la causa más común de enfermedades crónicas no infecciosas y pueden afectarnos en cualquier etapa de nuestras vidas

¿Qué son realmente? Se trata de reacciones del sistema respiratorio frente a moléculas (conocidas como alergenos) presentes en el ambiente, que nuestro cuerpo reconoce como amenazantes. Los culpables más frecuentes incluyen al polen, las esporas de hongos, el pelo y la caspa de ciertos animales, y los ácaros del polvo.

Su causa tiene una base tanto genética como ambiental. Si bien la predisposición genética puede aumentar las probabilidades de desarrollar alergias, nuestro nivel de exposición a alérgenos ambientales también desempeña un papel crucial.

Cuando el sistema inmunitario “contesta” exageradamente frente a esas sustancias cotidianas, desencadena una variedad de síntomas que pueden ser molestos y debilitantes en algunos casos, variar entre las personas y afectar las vías respiratorias altas o bajas.

Los síntomas más comunes son:

• Congestión y secreción nasal.
• Picazón en garganta, nariz y ojos.
• Exceso de mucosidad.
• Tos
• Dificultad para respirar
• Silbidos al respirar debido a la obstrucción parcial de las vías respiratorias (sibilancias).
• Ojos rojos y sensación de tener arena en estos.

Dentro de los tipos de alergias respiratorias destacan:

• Rinitis alérgica: conocida como fiebre del heno, es una reacción a los alergenos presentes en el aire.
• Asma alérgica: es una afección en la que los bronquios se inflaman y estrechan en respuesta a sustancias inhaladas.

Es importante recordar que las alergias respiratorias pueden variar en gravedad, desde síntomas leves hasta reacciones graves que requieren atención médica inmediata.

Si bien, actualmente no existe cura para estas patologías, es fundamental buscar el consejo de un profesional de la salud para un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento que ayude a aliviar los síntomas, para que tengan el menor impacto posible en la vida diaria de la persona afectada.

*El contenido de este artículo sólo cumple la función de informar, no sustituye ni reemplaza el consejo y/o las órdenes del médico tratante relacionadas con su salud, tratamiento o medicamentos que hayan sido recetados.

Referencias

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