cuidar la salud mental en niños y adolescentes

¿Por qué es importante cuidar la salud mental en niños y adolescentes?



La adolescencia es una etapa del desarrollo de la vida desafiante y decisiva, en la que muchos jóvenes pueden verse expuestos a factores de riesgo para su salud mental relacionados con el deseo de una mayor autonomía, presión para amoldarse a sus pares, exploración de su identidad sexual y un mayor acceso y uso de tecnología.

La salud mental en los niños y adolescentes depende, en gran medida, de la casa y entorno; de la seguridad personal y vínculos; y de determinantes sociales como la pobreza, desastres naturales y conflictos políticos.

Pero también existen otros factores de riesgo reconocidos para la salud mental relacionados con el diario vivir como la presión social por pertenecer a un grupo; la exploración de la propia identidad; la influencia de los medios de comunicación, la tecnología y sobreinformación; la discrepancia entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones futuras; la violencia física y sexual; el acoso escolar; y el estrés ante una educación severa.

Los trastornos más comunes en la infancia y adolescencia son los de tipo emocional y se caracterizan por impedir que lleven una vida normal al dificultar la gestión de sentimientos, pensamientos, comportamiento y relaciones personales.

En esa línea, los padres y cuidadores cumplen un rol fundamental para proveer espacios abiertos y honestos que les permitan no sólo conocer y entender las experiencias de niños y adolescentes, sino también ayudarlos a desarrollarse sanamente en términos emocionales para que los jóvenes puedan:

  • Aprender a enfrentar el estrés de la vida
  • Mantenerse físicamente saludables
  • Establecer relaciones sanas
  • Contribuir con su comunidad
  • Estudiar y trabajar productivamente
  • Desplegar su completo potencial

 

Signos de alerta

Los problemas de salud mental no se gatillan de un día para otro. Generalmente, son paulatinos y entregan algunas señales a las que debemos estar atentos. Entre ellas destacan:

  • Dificultad para dormir, insomnio y otros trastornos del sueño
  • Pérdida de autoestima
  • Desinterés por los pasatiempos habituales o las salidas con amigos
  • Tener más cansancio del habitual y dormir excesivamente (esto puede indicar depresión o abuso de sustancias)
  • Bajo rendimiento académico
  • Pérdida de peso y apetito (puede relacionarse con algún trastorno alimentario)
  • Cambios bruscos de personalidad

Si observas alguna de ellas en tu hijo habla con él, fomenta una comunicación abierta y ayúdalo a crear hábitos de salud mental sanos. Si no obversas cambios comunícaselo a su pediatra.

El bienestar emocional de los adolescentes es tan importante como la salud física, porque les permite desarrollar la capacidad de resiliencia para hacer frente a los retos y desafíos de la vida para convertirse en adultos sanos.

 

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